lunes, 28 de septiembre de 2009

Diario de campo y entrevista. Barrio Intermedio


Barrio intermedio.

Encuentro con Evelio Jurado.
Comunicador social, director del periódico Villa Santana positiva.
Diario de Campo.
Leidy Yulieth Montoya.
28 de septiembre de 2009 .
Para llegar a un lugar no solo es suficiente conocer la ruta de bus, pues sabia muy bien que la ruta 35 era la correcta, al estar allá y teniendo “clara” mi tarea y dejándome llevar un poco por la intuición, al pararme frente al espacio sentí que era aun más grande de lo que había previsto, tan pero tan inmenso y tan lleno de signos, de símbolos que sabia aun no podía leer, tantas narraciones escritas sutilmente en esas figuras que conformaban las casas, calles, escaleras… quede en una aparente calma, tomándome tiempo, y mientras tanto seguía caminando y al llegar al lugar que buscaba un torrente de algarabía me aturdió, eran los vecinos que estaban emparrandados. Y nuevamente pensé: Para llegar un lugar no solo es suficiente llevar a cuestas una carrera, ni en perfumarse de optimismo, ni mirar de un lado a otro siguiendo fielmente las instrucciones porque el juego de la vida también trae consigo sus pautas unas tantas veces inesperadas.

Las rutas para llegar a una realidad especifica son muchas, porque aun sabiendo cual era el barrio intermedio me sentí perdida, porque a pesar de que contaba con información no lograba delimitarlo, aunque por lo leído y lo experimentado en ciertas conversaciones con algunos de los jóvenes de la comuna Villa Santana que estudian en el colegio de tiene su mismo nombre, podía sentirlo el sector más cercano, ya afortunadamente había recorrido alguna vez vestida y maquilla interpretando una obra de teatro, pese a que había entrado en una especie de intimidad, no dejan de sorprender las cosas que pasan y aun más la naturalidad con que uno toma las cosas.
Como dicen me metí en el rancho porque hasta la casa de Evelio fui a dar. Los niños corrieron a saludarme, su esposa me recibió y me hizo entrar, luego nos sentamos, ambos creíamos en la importancia de esa conversación y naturalmente me fue contando: todo empieza en 1984 cuando Evelio tiene 4 años y llega al Barrio.

Lo que me causa gracia fue la sensación aquella que sentí cuando Él me habla del sector y con ello su historia de vida salía a relucir y nuevamente entendí que tanto y como yo y otras personas cercanas teníamos una especie de relatos que se parecían mucho.
Evelio narra y para entender mejor la distribución del barrio en ese entonces me fue necesario recurrir a la imaginación, dibujarlo y desdibujarlo ¡es que a cambiado bastante!, y la pregunta que palpitaba era ¿cuantos saben a conciencia de los cambios ocurridos? Y quienes pueden dar fe de ello, a caso los jóvenes, los niños o serán los más viejos los que han llevado el calvario del tiempo y con la cosecha de triunfos, las a sañas para ver y construir lo que ahora es. Recuerdo muy bien que los jóvenes con los que hable, oscilan entre 15 y 17 años, ninguno supo darme razón de cómo surgió la comuna, en cambio si tienen bastante grabado las pandillas, a los aquellos niños jugando a la guerra, y una generación de jóvenes que desapareció y otra que se renovó.

En algún momento Evelio nombro a la gente que se pierde, haciendo referencia a las nuevas y viejas generaciones de jóvenes que cayeron en la droga, en las pandillas… y se me escapo, hable en silencio mientras lo escuchaba fijamente y escribía unas cuantas cosas. Pensé en la gran probabilidad que hay de perdamos, es más ocurre repetidas veces y no hablo solo de extraviarse en aquel espacio físico, como mi caso en el barrio, ni de perder un ojo como Doña Fabiola, una de aquellas importantes fundadoras o perder dos compañeros del grupo juvenil y perder el proceso, llegar a la dispersión, ni de perder al señor de la tienda quien construyo rincón a rincón la iglesia en material que subió al cielo al caer de las escaleras mientras trabajaba en digna obra..
En una colcha de retazos se convirtió la conversación y al seguirle el hilo en la entrevista, dialogaba con mis realidades cercanas, el iba contando, sumando con delicadeza todo lo que se había ganando con tanto esfuerzo y en tantos, pero tantos años, y en una especie de sentencia veía las perdidas más correspondientes al tiempo presente, es ahí cuando en sus palabras surge muy arraigada, como de quien conoce de cerca, la palabra desarrollo: “El desarrollo llego a la comuna” y ya las últimas generaciones quedaron cómodas, como desvinculadas del proceso comunitario, apáticas y abrigados a la facilidad de la modernidad, ya ni la biblioteca obra que surge de mucho esfuerzo y que fue una de las mejores de la ciudad es hoy poco visitada, es que la tecnología nos invade y las viejas costumbres se transforman. Y ni que decir del labadero comunal, que hoy ya es escombros, lo adornaron con escaleras de acceso para asi borrarlo, un lugar como este era la historia viva de lo que fue en sus inicios la comuna, pero ¿quien quiere reconocer el patrimonio? ¿quien quiere salirse de sus raices y hechar al olvido los momentos más duros pero quizá mejores vividos?
Yo sin más ni más pensé como las necesidades empujan al ser humano y facilitan aquellas ideas de trabajar en lo social, en lo comunitario, como la adversidad permite en ocasiones el empoderamiento y es que hay cosas que son como inevitables, son inherentes al ser, como el mismo hecho de respirar y comer, enfrentarse a la vida en comunidad y luchar por ese sentido de identidad es tarea que no deja a tras Evelio y muchos de los lideres comunales del sector.
Parece en ocasiones inevitable regresar al mismo punto, ya sea desde las ideas, pensamientos, acciones o simplemente al lugar que te vio crecer, es que allí queda mucho de uno y no lo digo sólo por mi, sino por el mismo Evelio, quien en el 2000 sale del barrio y regresa a recuperar y a seguir sus buenos, destacando esa Villa Santana Positiva y a pesar que se enfrenta a la apatía de muchos, y el animo de otros, Evelio como imagen fija y clara de su misión y desde las diferentes perspectivas, en diferentes facetas de su vida, ha trabajado en lo mismo, en y para la comunidad desde la tarea de líder juvenil, organizando grupos que van de la mano de la iglesia y así con su escasa memoria de niño recuerda haber habitado el polvo, el barro, las hojas de zinc, la esterilla y ahora las calles pavimentadas, el acueducto el agua potable etc. de Villa Santana.
Y es que el espíritu comunitario enmaraña la mente, se apodera de los actos y se vuelve acción, esto en ciertas personas del pasado esos de finales de los novenas y cuyas personas asistieron a la escuela de la apuesta en común, por eso hoy aun se mantienen firmes, pero el presente que estos duchos y dados a su comunidad mira con un poco de preocupación el futuro de aquellos jóvenes que cada vez se expanden en e palacio del individualismo.
Y para concluir quiero desatacar que al hablar con Evelio hoy recordé que la voluntad, el real interés por el otro y la necesidad de hacer comunidad, se fortalecen a través de las pequeñas obras, obras que involucran los intereses de todos, los vínculos que nos une son aquellos creados por las mismas necesidades que se comparten, y el hecho de construir conjuntamente nos lleva a hacer las más grandes obras y por que sin hechos inolvidables, sentidos, esperados y vividos.

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